sábado, 3 de octubre de 2009

EL ARTESANO

Angel estrella
se rasca la espalda.

Le duelen
las cicatrices heredadas

resabios
de un legado de derrotas.

No se resigna
escapa.

Como toda estrella
se sabe sólo un punto

pequeño
muy pequeño.

Pero el brillo
esa es su revancha.

Andrelo
Huacachina, Perú, Agosto de 2009

UN SUEÑO


¿ Que pasa cuando uno se levanta llorando del sueño que ha tenido ? De emoción, no de penas. O sí, ¿ o acaso toda emoción no contiene alguna pena ?

Esa noche, fuí feliz comiendo medialunas frente al río. Duró solo un rato, parecería ser que hasta en los sueños, lo bueno, si breve, dos veces bueno. Por algún extraño motivo, o quizás porque de eso tratan los sueños, empezaron las complicaciones. No recuerdo los detalles, sólo que yo era un hombre de barbas sin bigote.


De repente me encontraba encerrado, en un lugar que bien podría ser una cárcel, o incluso un neuropsiquiátrico.

En la cama, uno suele exaltarse, despabilarse, cuando algo importante está por sucederle. Como aquel instante en que nos vienen a buscar a todos los reclusos.

Ahí fue cuando me desperté. Aunque seguí acostado, intenté meterme de nuevo adentro del sueño. Es probable que no lo haya logrado, y el relato que sigue tan sólo sean las fabulaciones de un hombre que escribe.

Lo que recuerdo es que nos encaminaron hacia el medio de una plaza, como en los ahorcamientos que se ven en las películas. Pudo haber sido el final de este cuento, esta vida... pero un muchacho joven le disparó al verdugo de circunstancia y nos liberó a todos los acusados.

El muchacho se paró en el medio de la plaza y comenzó un discurso. No dijo demasiado, sólo que uno de los liberados era el de las poesías, las que todos leían a escondidas.

Ante la multitud, leyó aquel poema. Todos lo siguieron.

Esta es la historia de como fuí acusado y liberado.

Y mientras caminaba hacia el río, las medialunas, mucha gente me seguía. A la distancia, con respeto, en silencio. Sólo repitiendo cada tanto, como mantra, mi poema libertario.

Es probable que todo sean los delirios de un loco que escribe. Porque se supone que los sueños, los verdaderos sueños, nunca terminan.

Andrelo
Buenos Aires, Abril de 2009