domingo, 24 de agosto de 2008

EL CUADERNO AZUL

El pibito y el ventilador sería mejor título, pero los escritores modernos preferimos desconcertar al lector. También apreciamos el relato en primera persona, así disimulamos nuestras carencias en el arte narrativo. No podemos, no nos sale inventar mundos ficticios, nos conformamos con contar lo que nos vive. Por eso lo que sigue, la experiencia del que escribe.

No es lo mio el esfuerzo, aunque sean las 4 A.M. y las palabras aparezcan de la nada en este viejo cuaderno azul.
La vagancia es el enemigo a vencer. Las indecisiones me traban, busco una salida, suelto la birome, miro al techo: el ventilador da vueltas sin cansarse.

Como no soy tan perfecto como el ventilador, cada poco necesito una reglamentaria parada técnica. Intento algún torpe movimiento, el aire quema, me agoto. Busco la ventana más cercana, veo un pibito revolver mi basura.


Y aunque Picasso tenga razón y todo sea 98 % de transpiración, no puedo evitar distraerme con la TV y ver las propagandas de dios el creador. No, la televisión no ayuda, necesito otra excusa. Y cómo dicen por ahí que un buen escritor es ante todo buen lector, intento algunas páginas sobre Da Vinci, el inventor.
Me lo imagino en mi lugar, quemado de calor, insomnio, relajandose con la TV, la risa ante las propagandas de dios el creador.

Quizá la diferencia sea que al mirar al techo, al tipo se le ocurra que sería buena idea colgarle unas aletas que giren, que muevan algo el aire para hacer más soportables las noches.

Sigo pensando en Leonardo, no somos lo mismo, pero tampoco tan distintos entre las infinitas opciones de existencia.
Somos de la misma especie, algo imperfectos, ni Leonardo creó el ventilador, ni yo la Mona Lisa. Son del hombre también las propagandas de dios el creador, o la invención del pibito que revuelve mi basura.

Decidido a ganarle a mi vagancia, cierro el libro, tomo una copa de Jack Daniels y vuelvo a mi viejo cuaderno azul. Como no se me ocurre la gran historia que me salve, cierro los ojos buscando una remota inspiración.
Se me viene a la mente esa vieja leyenda indigena, la de las gaviotas.
La historia cuenta que los indios solaris se diferenciaban de otras tribus por no creer en dioses. Vivían sus vidas siguiendo el camino de la gaviota rebelde, la que exploraba nuevos caminos mientras el resto volaba en la dirección oficial.

Resignado, ya sin otra inspiración, abro los ojos.
O siguen cerrados ?
Acaso importa ?

Lo que estoy viendo debo contarlo.
Como empiezo ? Por el pibito o el ventilador ? Por el titulo que no fue ? Importan los recursos literarios si el pibito está colgado del ventilador ?
Da vueltas !
Que hago ? Mantener el oficio, escribir, o vivir, rescatar al pibito ?

Puta madre !
Va cada vez más rápido !
Que hago ?

- Nene estás bien ??

- Contestame

- Hablá, decí algo !


Se fue.
El pibito se fue.
El ventilador sigue con sus vueltas, el pibito ya no.
Salió volando por la ventana.

Sólo espero que no siga la dirección oficial.

Andrelo
Buenos Aires, Febrero de 2006


1 comentario:

Diana dijo...

Maravilloso. Distinto a todo lo que escribiste antes, pero parecido. Simple y profundo. Tiene la marca de Andrelo. Va en el blog.